We can’t breathe

La detención forzada a la que estuvimos sometides durante el contexto de las oleadas de contagios masivos del Sars-coV-2, tuvieron diferentes etapas y efectos en el conjunto de la sociedad y en cada persona. Suspendides, supenso. Detenernos, poner pausa, observarnos. Resistir a la pandemia, resistir al encierro. Tiempo para reflexionar sobre nuestros modos, modelos y estilos de vida para notar todo en el peso y la exigencia de productividad azotando sobre nuestres cuerpes. Una mayor observación de la naturaleza y del detalle expusieron nuestra animalidad. Muchas personas no pararon, para sostener la “escencialidad” de sus servicios. Una gran crisis económica mundial fue golpeando la vida de les asalariades, y hubo muchísimas manifestaciones en varios países reclamando derechos arrebatados. Black lives matters fue una consigna que inundó las calles, junto con el eco de las últimas palabras de George Floid: No puedo respirar. Se alternan las contradicciones, la naturaleza: la humana, la animal, se siguen expandiendo, aún cuando sentimos que el pecho se oprime. Así la rosa de Jericó encuentra el oasis en el desierto. Así les humanes nos sublevamos.


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